Tres años y contando

Hace tres años, para ser precisos el 27 de julio de 2018, nació entrehistorias.city. El propósito de abrir un blog no era escribir, eso ya lo venía haciendo desde los trece años; lo que yo quería era compartir todo eso que se me antojaba transformar en prosa porque por primera vez en mi vida había acopiado el valor suficiente para decir “mira, ven, lee, he escrito esto para ti”. Desde entonces este espacio se ha venido cargando de vivencias, impresiones, anécdotas y un montón de pedacitos de corazón, el mío, que se derraman sin restricción cada vez que empiezo una historia nueva. Y, a pesar del cariño que le tengo, he de confesar que no siempre ha sido fácil e, incluso, pensé alguna vez en abandonarlo porque combinar las tareas de madre, con la vida profesional, mi carrera como escritora y la vida en pareja me deja con muy poco tiempo para poder nutrir el blog como a mí me gusta: alta calidad de contenido y respeto para mis lectores. A fin de cuentas, el día sólo tiene veinticuatro horas y, como diría mi abuela, “el que mucho abarca, poco aprieta”. Pero aquí sigo, tres años después, mes a mes, renglón tras renglón, contando sucesos entre una y otra historia.

Detrás del telón está mucha gente, mi marido principalmente, que me acompaña a donde quiera que me lleve el tema para tomar tantas fotografías como se pueda. Es él y su lente magnífico el que decora este espacio casi siempre y es su apoyo incondicional el que me dice “sigue, no pares, haz lo que más te gusta”. Mi niña tampoco se queda atrás; tenía tres añitos cuando lancé la primera entrada de Entre Historias y ahora está a nada de iniciar su primer año escolar. También ella va a todos lados conmigo y, aunque pocas veces comparto fotografías en donde aparezca ella, ahí está: en el búnker, entre las fresas, persiguiendo nubes o rodando en su patín con una paciencia infinita esperando que mamá diga “listo, lo tengo, ya nos podemos ir”. Tampoco puedo dejar de lado a mis amigas, las mujeres de mi vida, a quienes les comparto de qué va la siguiente entrada de blog y cómo voy avanzando. Sus oídos y su tiempo son invaluables y, de verdad, no hay día en que no me alienten a seguir. Finalmente, el objetivo de todos estos intentos que está puesto en mis lectores, siempre generosos, que me regalan su tiempo no sólo para leer cada entrada sino también para comentarla. No tienen una idea de lo mucho que me alegra saber que han disfrutado alguna historia, que algo les ha movido o que aquello les ha sorprendido. Por eso, cuando han llegado a ofrecerme monetizar este espacio, he dicho que no. Ha sido un NO rotundo y es que no me imagino usar este espacio para un fin materialista. No es que esté mal, al contrario, admiro mucho a quienes hacen esto de manera profesional y me regocija que la vida les devuelva en forma de billetes todo el esfuerzo que aportan. Sin embargo, en mi caso, ¿de qué serviría retacar este espacio de publicidad o de enlaces pagados? Y si decidiera aceptar, ¿qué tan grande sería mi responsabilidad entonces y qué es lo que estaría vendiendo? No estoy segura de que conozca la respuesta a ninguna de estas preguntas y por eso, al menos por el momento (por aquello de “nunca digas nunca”) seguirá siendo un espacio abierto, gratuito y sin contaminación publicitaria.

Habiendo dicho todo esto, no queda más que dar las gracias a los que están detrás de la pantalla y a todos los que están frente a ella leyendo ahora mismo estas líneas. Toda mi gratitud es para ustedes.

Feliz de porder celebrar tres años de blog ininterrumpidos

¡Salud! Y por muchos años más de Entre Historias.

2 comentarios

Deja un comentario

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s