13 de noviembre de 2015: el día más oscuro de la Ciudad de la Luz

Nunca olvidaré el 13 de noviembre de 2015. Al caer la noche, un grupo de extremistas islámicos lanzaron un operativo terrorista sobre distintos puntos concurridos de la ciudad de París. Ciento treinta y seis personas perecieron ese día, en uno de los atentados más crueles e imprevisibles que ha visto el nuevo milenio. Europa se convirtió de pronto en objetivo de caza y a París le siguió Berlín, Estocolmo, Manchester y Barcelona. Nada volvió a ser igual.

Fotografía cortesía de René Frohnecke Photography

Hace cuatro años, poco antes de la media noche, estaba en la cama leyendo cuando recibí un mensaje de WhatsApp de mi hermana. “¿Conoces a alguien en París? Me urge.” Sí, sí conocía a alguien. La llamé de inmediato porque el tono del mensaje me preocupó y fue así como me enteré de que en París estaba pasando algo muy grave y que todo indicaba que se trataba de un ataque terrorista. Mi hermana estaba tratando de localizar a una entrañable amiga suya que vivía justamente en París y no había podido dar con ella.

Mientras en la televisión y en todas las redes sociales corrían ya historias que parecían inverosímiles, de ella no había una sola noticia. Las horas transcurrieron inmisericordes y ajenas a la angustia de quienes buscaban desesperados a sus hijos, amigos, vecinos, novios, colegas y familiares. Ni siquiera Franck, mi gran amigo, más versaillais que parisino, pudo hacer algo por encontrarla. En pocas horas la ciudad se había vuelto intransitable, peligrosa y asfixiante. El caos, la paranoia y un desconcierto descomunal se había apoderado de la Ciudad de la Luz; ni las autoridades ni las fuerzas de seguridad ni los propios parisinos acababan de entender lo que estaba ocurriendo justo frente a sus ojos atónitos.

Desde Alemania no había mucho que pudiera hacer; encendí una vela, pensé en ella y la visualicé sana y feliz. A las tres de la mañana me venció el sueño. Cuando desperté la vela ya se había consumido y la temida realidad había quedado grabada en un mensaje conmovedor en Facebook. La noticia fue desgarradora.

No se me olvida. No se me olvidará nunca. Dos mexicanas murieron aquel día y yo conocí a una de ellas. Nuestro trato fue brevísimo, apenas cruzamos palabras cuando mi hermana iba de visita con sus amigos a la casa de mis papás en Cuernavaca, sin embargo, sabía perfectamente bien quién era. Mi hermana hablaba todo el tiempo de ella y en todas sus aventuras universitarias estuvo también siempre ella. No se me olvida su cara ni sus ojos, mucho menos toda la vida que tenía por delante, la que le arrebataron inexplicablemente.

No sé muy bien por qué este acontecimiento quedó fijo en mi memoria, pero en los días previos al 13 de noviembre vuelven las remembranzas. La tristeza es apacible ahora, ya no hay rastros de impotencia, sólo resignación. En los años que sobrevinieron he encendido una vela; la saco al balcón y la dejo arder hasta que se apaga por sí sola. A ella le dedico un pensamiento que se comparte con las demás víctimas. También reflexiono mucho en ese día que vivieron sin saber que sería el último. Quizá sea por eso por lo que el año pasado transformé unas líneas que escribí en 2015 en un relato corto. Con “El último día” participé en el concurso literario VI PREMIO ANTONIO REYES HUERTAS DE RELATOS CORTOS. Un año después, he decidido entregar este relato de manera gratuita a modo de homenaje para todas las personas que perdieron la vida durante los hechos acontecidos en los brutales atentados del 13 de noviembre de 2015 en París. El relato se encuentra disponible en Wattpad para quien quiera leerlo en el siguiente enlace.

https://my.w.tt/ZhBPye4AA1

Primero que nada, por respeto a las familias de quienes perecieron y en segundo lugar por cuestiones de carácter legal, aclaro que esta obra es una reconstrucción ficticia de las últimas veinticuatro horas que pudo haber vivido cualquier persona en ese contexto. A excepción de los datos correspondientes al atentado y a los perpetradores, los nombres, nacionalidades y los hechos narrados no corresponden a la realidad de ninguna de las víctimas ni en lo particular ni en lo general y en caso de llegar a haber similitudes es mera coincidencia.

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