Más de mil años de historia envuelven a esta singular ciudad del norte alemán. Desde los primeros asentamientos eslavos, alrededor del año 819 d.C., hasta el día de hoy la ciudad de Liubice (La preciosa), hoy conocida como Lübeck, es una de las urbes más fascinantes del norte europeo no sólo por su valor histórico, su asombrosa consolidación marítima y comercial o su posición geográfica, sino también por su bellísima arquitectura y su inigualable valor universal. Por ello en 1987 la UNESCO declaró a esta ciudad hanseática como patrimonio de la humanidad.
Localizada a poco más de 70 km de Hamburgo, es casi indisculpable que, después de ocho años de vivir en el norte de Alemania, fuera apenas hace unos días cuando tuve la ocurrencia de visitar esta localidad.
Después de poco más de una hora de trayecto con dirección al norte dejamos la autopista A1 para entrar a la ciudad de Lübeck. Al ingresar a la ciudad, las avenidas, los locales, la vista de las casas y sus exteriores me resultaron propias de las metrópolis del norte alemán. No percibí nada especial hasta que, de repente tras una curva, nos topamos de frente con La Puerta de Holsten. A partir de ese momento comenzamos a sumergirnos en un viaje al pasado, mientras nos adentrábamos al centro de la ciudad, hasta quedar rodeados de la magnificencia de los callejones que, amurallados por casas, edificios, bodegas de sal e iglesias, nos trasladaron a los siglos XV y XVI.
Pese a que Lübeck fue una de las primeras ciudades bombardeadas por la Real Fuerza Aérea Británica durante la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de las estructuras arquitectónicas permanecen intactas y siguen siendo habitadas o albergan a cientos de establecimientos y oficinas. Es un verdadero deleite para todo viajero perderse en sus calles sigilosas y bien conservadas, recorrer la plaza en donde antaño se comercializaban mercancías provenientes de todas partes del mundo, admirar la casa de gobierno, visitar las siete puertas de la ciudad o su esplendoroso monasterio.
La ciudad es bastante conocida no sólo por su participación dentro de la Liga Hanseática sino por haber sido su líder. Gracias a esta asociación única Lübeck floreció, convirtiéndose en un importante puerto mercantil, llevando a la urbe a consolidarse como uno de los centros comerciales más importantes en la Europa medieval así como durante el transcurso del Siglo XVI.
Lübeck ha sido propiedad de todos y de nadie; de Francia, de Prusia, de la confederación alemana, algunos años fue controlada por el ducado de Sajonia, pero la mayoría de su vida como metrópoli, 711 años para ser exactos, la ciudad fue libre. Fue tan libre como insolente, pues sus ciudadanos y su consejo tuvieron la osadía, yo lo llamaría extraordinaria valentía, de negarle el derecho a Adolf Hitler a hacer campaña política en su suelo. Hitler odió desde entonces a la ciudad y a su gente y fue por esa razón por la que, cuando éste se convirtió en canciller, le arrebató su libertad, poniéndola bajo el comando de la provincia de Schleswig-Holstein y es así como se mantiene hasta hoy.
La resistencia de Lübeck al nacionalsocialismo fue ejemplar, aunque como consecuencia y castigo la ciudad hubiera de perder su independencia. También, muchos personajes notables de la época se vieron obligados a huir del nazismo, refugiándose en países vecinos, mientras otros tantos, los que corrieron con menos suerte, como los mártires de Lübeck, fueron brutalmente asesinados. Finalmente, el 2 de mayo de 1945 la ciudad fue ocupada, casi sin resistencia, por el ejército británico. Al siguiente día, uno de los sucesos más negros de la historia de la IIGM se daría cita en la bahía de Lübeck cuando la Real Fuerza Aérea Británica bombardeó tres navíos que transportaban prisioneros de campos de concentración. Más de 7000 personas perdieron la vida en el ataque.
A pesar de sus trances amargos, Lübeck también es una ciudad dulce pues su industria del mazapán, que incluso goza de denominación de origen, es famosa en todo el mundo. Sobre la creación del mazapán como lo conocemos ahora hay cientos de historias y leyendas, una de ellas, bastante completa, aunque sólo disponible en inglés y alemán, puede ser encontrada en la página del productor lubequés Niederegger. https://www.niederegger.de/en/marzipan/history-of-marzipan/
Sin duda alguna, por su historia, su belleza arquitectónica, sus secretos bien guardados, la amabilidad de su gente y su sabor dulce y almendrado, Lübeck es una ciudad que merece la pena ser visitada si se viaja por Alemania.
Karen me encanta como escribes y ya lo sabes pues te lo he dicho bastantes ocasiones ! Aquí me deleité de nuevo un poco de tú caminar y te dejo un mensaje con mucho cariño !
Saludos
Iytzia
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Muchísimas gracias, mi querida Iytzia. Me alegra muchísimo leerte por aquí.
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