En mis épocas de universitaria, mientras estudiaba la carrera de Relaciones Internacionales, en alguno de nuestros cursos de Negociación hablamos de Gilberto Bosques. Fue en el salón de clases en donde escuché por primera vez su nombre. La mención de su encomienda y las vicisitudes que hubo de superar en Europa fueron abordadas de manera superficial, breve y concisa, sin embargo, algo se me quedó grabado de aquella clase; “Gilberto Bosques más que un diplomático fue un gran negociador”, fue lo que dijo la profesora aquel día. Quizá fue por eso por lo que cuando vi la portada de “Aquellas horas que nos robaron” de Mónica Castellanos, sentí una curiosidad tremenda. Confieso que conocía muy pocos detalles de la vida de este mexicano revolucionario y loable y fue justo la ignorancia la que me compelió a querer saber más.
Nunca imaginé que iba a vibrar desde las entrañas, que lloraría con pena y compasión, que desearía meterme a las páginas de esta novela biográfica grandiosa con la intención de cambiar la historia y el destino lamentable de tantas personas. Pero lo que menos imaginé es que, después de leer a Mónica Castellanos, me sentiría más orgullosa y más afortunada de haber nacido en esta tierra maravillosa que es mi México.
La novela relata la vida de Gilberto Bosques desde su nacimiento en Chiautla de Tapia, Puebla hasta su liberación en Bad Godesberg, cerca de Bonn, en Alemania en 1944. Gilberto, primero como cónsul y posteriormente como embajador, se convirtió en los brazos de México en la Europa de la Segunda Guerra Mundial. En esos brazos, abiertos y generosos, se refugiaron miles de españoles republicanos perseguidos y desplazados por el fascismo franquista, miles de comunistas europeos y miles de judíos. Sin dignidad, abatidos, encarcelados y despojados de toda humanidad, lo único que quedaba era aguardar por un milagro al otro lado del Atlántico. México fue entonces la diferencia entre vivir y morir. México fue el último recurso, el único futuro. Es en esta sazón en la que el nombre de México se convirtió en sinónimo de esperanza. Arriesgando todo, incluyendo su propia vida y libertad, y la de su familia, Bosques entregó más de veinticinco mil visas, proveyó seguridad, techo y comida para los acogidos, y organizó la salida de los asilados de Europa hacia México.
No les miento cuanto admito que he llorado tardes enteras leyendo esta novela porque en cada una de sus páginas hay anécdotas, hechos, acontecimientos y testimonios desgarradores. La autora retrata a los exiliados con una maestría conmovedora, haciendo que el pulso se acelere mientras pasas páginas cargadas de emoción, miedo y suspenso que van narrando sus vidas, sus capturas, huidas, días de profunda desesperación, los escondites, la tortura y la espera en los campos de detención y finalmente el arribo a México. Ahí se te exprime el corazón, se te contrae el estómago y desearás estar ahí, en el puerto de Veracruz, agitando la mano y cargando una canasta de pan recién salido del horno para recibirlos, para decirles que México les da la tan anhelada bienvenida, que ahora ellos también son sus hijos, que pasen a ésta, su casa, su nueva patria.
La novela concluye con la narración de la detención y traslado de la familia Bosques al corazón de Alemania, bajo la custodia cruel y peligrosa de la Gestapo. Más de trece meses de cautiverio y aislamiento, sin noticias, sin respuestas, sin saber si México se había olvidado de ellos o si aún negociaba aguerridamente la liberación de aquellos cuarenta y cinco mexicanos del servicio diplomático. En ese recuento de hechos, Mónica Castellanos es capaz de describir impecablemente lo que sentimos los que estamos lejos de la amada tierra que nos vio nacer, porque sólo nosotros, los ausentes, sabemos lo que se siente tener una cucharada de caldo de res aderezado con pedacitos de chayote en el paladar. Sólo nosotros comprendemos que esos aromas, cargados de las especias de nuestro pueblo y todos sus ancestros, tienen poderes únicos y efectivos capaces de reparar un alma rota por la distancia y la añoranza.
“A veces hay que salirse de la legalidad para entrar en el derecho… ¿cuál derecho?, el derecho que tienen los hombres a la libertad” – Gilberto Bosques.
Una novela imperdible, bellísima y profundamente inspiradora.